viernes, 15 de junio de 2012

Nueva vida


Tuve una vida intensa. Viví, amé, odié, reí, lloré, rompí algún corazón y también rompieron el mío. Lo normal en cuarenta años de vida. Mi muerte fue estúpida: un resbalón en la ducha y todo se acabó. Eso sí, aún muerta estaba guapísima, al menos no tuve que pasar por la amargura de la vejez.

Ahora resulta difícil adaptarme a mi nueva vida. Soy una planta y ni siquiera sé cuál, los que me riegan no se ponen de acuerdo. Qué ganas de que llegue el lunes a las ocho de la mañana y volver a oír los cotilleos, las intrigas de los trepas, los gritos del jefe, los teléfonos sonando, los curritos estresados intentando llegar a la fecha límite…