Al principio ni notó su ausencia, ¿para qué la necesitaba, siguiéndole a todas partes? Cuando la gente comenzó a rehuir su presencia procuró ocultarse de la luz diurna y más tarde, de la luz artificial de la noche.
Terminó convirtiéndose en fotofóbico, con fama de excéntrico solitario, habitante perenne del mundo de las sombras.
Hay cosas tan necesarias como molestas. Inquietante texto, Alais. Me gusta. Besos.
ResponderEliminarSi te ha inquietado aunque sea por un instante me doy por satisfecha. Gracias, Frida.
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