sábado, 10 de marzo de 2012

La sombra ausente

Su sombra le había abandonado. No debió tratarla tan mal.
Al principio ni notó su ausencia, ¿para qué la necesitaba, siguiéndole a todas partes? Cuando la gente comenzó a rehuir su presencia procuró ocultarse de la luz diurna y más tarde, de la luz artificial de la noche. 
Terminó convirtiéndose en fotofóbico, con fama de excéntrico solitario, habitante perenne del mundo de las sombras.

2 comentarios:

  1. Hay cosas tan necesarias como molestas. Inquietante texto, Alais. Me gusta. Besos.

    ResponderEliminar
  2. Si te ha inquietado aunque sea por un instante me doy por satisfecha. Gracias, Frida.

    ResponderEliminar